La rotura del cruzado o ligamento cruzado anterior (ACL) ha sido durante mucho tiempo sinónimo de cirugía, especialmente para quienes desean volver a practicar deportes o mantener un estilo de vida activo. Sin embargo, investigaciones recientes plantean una pregunta importante: ¿es la cirugía la única opción? En este artículo, vamos a revisar la evidencia actual que sugiere que el tratamiento no quirúrgico puede ser tan efectivo como la cirugía en muchos casos.
Evidencia científica: ¿cirugía o rehabilitación?
Para determinar la mejor opción de tratamiento tras la rotura del ACL, se han realizado diversas revisiones sistemáticas y metanálisis. Estas evaluaciones han comparado los efectos de la cirugía con la rehabilitación no quirúrgica. Los resultados han sido sorprendentes: estudios recientes indican que no hay diferencias significativas entre los pacientes que optaron por cirugía y aquellos que eligieron la rehabilitación en cuanto a dolor, función, retorno al deporte, calidad de vida e incluso el riesgo de osteoartritis (Smith et al., 2014, Monk et al., 2016).
Una revisión particularmente reveladora es el famoso estudio KANON. Este ensayo aleatorizado comparó la cirugía de reconstrucción del ACL (ACLR) con un programa de rehabilitación estructurada. Los resultados sugieren que muchos pacientes jóvenes y activos pueden considerar la rehabilitación como una alternativa válida y, en muchos casos, primaria al tratamiento quirúrgico (Frobell et al., 2013). ¡Un cambio de paradigma!
¿Por qué se cree que la cirugía es imprescindible?
A pesar de la creciente evidencia que apoya los tratamientos no quirúrgicos, la creencia de que la cirugía es necesaria sigue muy extendida. Hay varios factores que contribuyen a esta percepción:
- Enfoque tradicional en el tratamiento médico: La mayoría de los sistemas de salud, tanto públicos como privados, tienden a recomendar la cirugía rápidamente tras una resonancia magnética, sin dar espacio a opciones conservadoras como la fisioterapia. Esto sucede en muchos países, como en Australia, que tiene las tasas más altas de reconstrucciones de ACL en el mundo (Zbrojkiewicz et al., 2018).
- Medios de comunicación y cultura deportiva: Los medios suelen dramatizar las lesiones deportivas, creando la idea de que la cirugía es la única solución. Comentarios como “ha roto su ACL, se perderá toda la temporada” son comunes y alimentan una narrativa que a menudo no está basada en la evidencia más actualizada (Weiler et al., 2015).
- Crecimientos de mitos médicos: Históricamente, se creía que la cirugía de ACL prevenía el desarrollo de osteoartritis y daños adicionales en el menisco, pero estudios recientes han desmentido esta idea. De hecho, se ha demostrado que la reconstrucción de ACL puede aumentar el riesgo de desarrollar artrosis (Nordenvall et al., 2014, Culvenor et al., 2019).
Rehabilitación: la opción olvidada
Aunque la cirugía sigue siendo una opción válida en algunos casos, la rehabilitación intensiva está ganando terreno como una alternativa sólida y efectiva. Según los autores Grindem, Arundale y Ardern, muchos pacientes reciben tratamientos quirúrgicos innecesarios mientras que los beneficios de la fisioterapia y los ejercicios de fortalecimiento no se exploran lo suficiente (Grindem et al., 2018).
La rehabilitación adecuada puede evitar la cirugía en muchos casos, con programas que incluyen ejercicios funcionales, control neuromuscular y entrenamiento de fuerza. Es clave recordar que la rehabilitación debe ser rigurosa y prolongada, con un compromiso de al menos 3 a 6 meses para ver los mejores resultados. Los estudios han demostrado que los pacientes que se comprometen con estos programas pueden obtener resultados permanentes, sin recurrir al quirófano (Filbay et al., 2017).
¿Se puede volver a los deportes sin cirugía?
La respuesta es un rotundo sí. A pesar de la creencia generalizada de que es imposible regresar a deportes de alta intensidad sin una reconstrucción del ACL, varios estudios y casos de atletas profesionales demuestran lo contrario. Jugadores de fútbol, baloncesto y otras disciplinas de alto rendimiento han vuelto a sus deportes sin necesidad de cirugía, logrando un rendimiento similar al de aquellos que optaron por la intervención quirúrgica (Meuffels et al., 2009, Kovalak et al., 2018).
Uno de los casos más famosos es el del jugador de la Premier League inglesa que regresó al campo tan solo ocho semanas después de una rotura completa del ACL, sin cirugía y con resultados a largo plazo positivos (Weiler et al., 2015).
Factores a considerar para el tratamiento no quirúrgico
No todas las personas serán candidatas perfectas para evitar la cirugía, pero los estudios han identificado algunos factores clave que pueden ayudar a predecir el éxito del tratamiento no quirúrgico. Entre ellos, destacan la fuerza muscular, especialmente en el cuádriceps, y la motivación para seguir un programa de rehabilitación completo. Además, las creencias psicológicas también juegan un papel fundamental en la decisión de optar por la fisioterapia en lugar de la cirugía (Thorstensson et al., 2009).
Conclusión: ¿Qué opción es la mejor?
La cirugía del ACL ha sido durante mucho tiempo la opción predeterminada, pero la evidencia moderna está desafiando esta suposición. En muchos casos, la rehabilitación intensiva puede ofrecer resultados similares a los de la cirugía sin los riesgos y complicaciones adicionales que conlleva una intervención quirúrgica. Antes de tomar una decisión, es crucial consultar a un profesional de la salud, analizar la evidencia disponible y considerar todas las opciones de tratamiento, incluidas las no quirúrgicas.
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